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sábado, 9 de enero de 2010

RN40 - Día 4: Embalse de Ullum

Final del día (09/01/2010)

Durante el día de hoy aprovechamos para reaprovisionarnos de comida, conseguir crema para quemaduras y guantes para evitar seguir quemándonos las manos (también conseguimos algo de papel y cosí la mochila).
Fue el primer día que comimos algo hecho por nosotros: sánguche de asado. La idea era comer la mitad al mediodía y la otra a la noche. Para eso guardé los platos con carne envueltos en una bolsa en el lugar más fresco que encontré -debajo de la carpa-; pero cuando los sacamos y pusimos en la mesa, ya saboreándolos, nos encontramos con una ingrata sorpresa: las hormigas se habían apropiado de nuestra cena.
Durante la tarde, luego de disfrutar del embalse un par de horas, salimos a pasear dejando la moto a un lado del camino e internándonos en la montaña para encontrar un majestuoso paisaje de más montañas (y más altas) pobladas de cactus y piedras de las más diversas formas.
En las laderas de cada una se percibían distintos estratos de piedras y tierra. Nunca imaginé que sería así. Ahora comprendo mejor muchas cosas que de niño aprendí en libros de geología. Al ver esos extraños suelos y formaciones rocosas, paisajes, hilos de agua, plantas, me planteaba muchas preguntas y respondía otras. No dejaba de imaginar y preguntarme cosas.
Al volver del paseo fuimos al embalse otra vez. Luego de nadar un rato alcancé a divisar unas nubes extrañas al horizonte hacia el sur. Minutos más tarde se veía como una niebla que cubría las montañas. La gente comenzó a salir corriendo del agua y yo no entendía nada. Mientras miraba extrañado lo vi llegar a Francisco que me contó que se aproximaba una tormenta de viento. Observamos hacia el sur y ya podía percibirse cómo avanzaba la niebla acercándose velózmente: en cuestión de minutos estaría encima nuestro.
Con mi hermano caminamos para preguntarle a la gente de qué se trataba ya que el pánico es contagioso y no saber a qué empeora las cosas. Los bañeros nos advirtieron que debíamos ir a cerrar y ajustar las carpas y guardar todo lo que hubiera suelto. En eso la tormenta ya estaba a 500 metros nuestro y no quería perdérmela: una gigantesca cortina de tierra se acercaba cubriendo todo el horizonte.
En cuestión de segundos llegó a la playa con una fuerza impactante que doblaba a los árboles y hacía tambalear a las personas. La tierra y piedras que arrastraba pegaban contra el cuerpo provocando dolor: parecía que lo pulieran a uno. También se dificultaba mirar porque las partículas que llevaba el aire entraban en los ojos.
Corrí a esconderme tras los árboles y por primera vez sentí temor frente a una tormenta. Es que jamás había visto un viento tan fuerte y estaba en un lugar por completo desconocido para mí. (Los humanos tememos a lo desconocido).
Pensé que si me quedaba allí me caería un árbol encima o quizá me golpearía algo arrastrado por esta especie de huracán. Y tampoco me atrevía a ir hacia la orilla del agua donde no había árboles ya que temía ser arrastrado por los cielos. Sin embargo corrí hacia la carpa (donde Francisco ordenaba todo) a buscar el celular para tomar fotos y bajé nuevamente decidido a adentrarme hacia el embalse pasando por el medio de la zona con más viento: no podía dejar pasar semejante oportunidad.
Siempre me maravillaron las tormentas fuertes, y hoy disfruté la mayor en mi vida. La arena impactaba contra mi cuerpo al cruzar y me empujaba hacia atrás. Tenía que cubrir mi rostro con los brazos.
Contra la orilla había gente (adiviné que eran de San Juan) y, cuando llegó Francisco le dejé mi ropa y corrí a meterme al agua para saltar en las olas. Allí no arrastraba arena pero sí gotas pequeñas de agua que también golpeaban muy fuerte. Luego de 15 min. ya había pasado la nube de arena y podíamos vérla alejándose hacia el norte.
Antes de terminar debo describir, al menos brevemente, el embalse. Eso fue lo que ayer dejé pendiente.
Las aguas del Embalse de Ullum, son cálidas y serenas. Muy limpias y con suaves olas que van hacia el norte. El color es turquesa (como las fotos de playas caribeñas) y se encuentra rodeado de montañas en todas las direcciones. Muy similar me resultó, a veces, al Embalse de río III; sin embargo la esencia es distinta.
No puedo escribir más ya que tengo mucho sueño.

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Añadido

No sé si lo mejor del día fue la tormenta, los paseos por las dunas o nadar por el embalse.

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